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Jarabe para neuronas

Últimos recuerdos

 

Flamea la vela y a su antojo, el espejo muta el rostro de la mujer.

 

El peso de su edad se desmenuza sobre la cama desecha sobre la cual desearía ver al niño trémulo de su primer beso.

 

El pabilo se inclina, el hombre joven roza su cuello musitándole ternuras al oído. Pero no, los susurros los dicta una rama arañando el cristal de la ventana.

Redescubre al viejo acostado, patético, con su mustio ramo de sexo desbordando estéril deseo.

 

Suspira. Luego, sin fantasmas, continúa peinando sus canas.

 

Pronto la vela se consumirá e inexorables, las sombras atravesaran la puerta.

 

 

 

 

Tic tac, tic… … …

 

 

Cumpliendo su labor fue fiel como un perro. Adosándose a su pellejo lo atosigó cual amo impío para dictarle el tiempo.

 

Inexorable, lo quitó de los mejores sueños. Lo hizo correr, desesperar, y alguna vez tanto lo hastió, que su víctima se durmió solo de verlo.

 

A veces, durante pausas y contemplaciones ante el mar de la vida, le permitió momentos de felicidad, de amor, de paz… ocultando su existencia.

 

Fue también su orgullo, se jactaba de su valor y de haberlo heredado de su bisabuelo.

 

Hoy es apenas un objeto inerte, pues el muerto ya no puede darle cuerda.

 

 

 

 

Sangre y arena

 

 

 

Lucermosa es princesa en Opaconia y cada noche, apenas desciende la arena del desierto que cubre los días de su reino, y tras lavarlos con lágrimas, tiende sus ropajes en el balcón.

 

Desde los techados de Radiante, oasis vecino donde es rey, Lúgubro observa apasionado la inocente desnudez de su vecina.

 

Cada tarde recibe el rechazo de la joven y regresa, dejando un reguero de sangre. Es tal la ira con la cual contienen su furia sus puños apretados, que hieren sus manos.

 

Se aman, pero ninguno acepta abandonar sus posesiones.

 

La Luna ya no sabe cómo obrar con ellos.

 

 

 

 

 

Motivos de rebeldía

He visto al potro bravío y poderoso -ante la ausencia de borricos y por necesidad egoísta de su amo-, girar sujeto a la almijarra de la noria en torno a la cual cavila triste.

He imaginado al río, cuyo cauce deriva lágrimas entre montañas, soñar con la libertad de abiertas llanuras.

 

Escuché al ferrocarril, quien no ceja en refunfuñar su protesta todo el tiempo, cuando bien sabe que nunca podrá tomar rumbo distinto al indicado por los rieles.

 

Y he hallado a personas atadas al destino cruel de no tener opciones, tan solo porque otros hombres así lo han determinado.

 

 

 

Almijarra:

 

Palo curvo y grueso que por un extremo se une al eje de la tahona o de la noria y por otro se unce al camello o al burro que ha de dar vueltas.

 

 

Lapsus cálami

 

 

 

Un Dios proactivo mecanografiaba las memorias de la creación.

 

Inmerso en divina ansiedad se apresuraba y de vez en cuando erraba alguna tecla.

 

Tal cosa lo fastidiaba y se autoimpuso el castigo de transcribir, sobre las nubes de un insignificante planeta, cada una de aquellas letras que debieron descartarse.

 

Con el paso del tiempo se formaron palabras, frases y párrafos, que desde entonces han estado conformando el lento y extenso relato acuñado por sus pifias.

 

Aunque ha sentido curiosidad siempre ha postergado la lectura de tal galimatías.

 

Lejos está de imaginar que con sus yerros establece la epopeya del hombre.

 

 

 

 

 

 

 

La dama, el homicida y el voyeur

 

 

La mujer se desvestía a un lado de la cama ignorando tres detalles significativos:

 

-La suerte siempre estaba de su lado

-Un fisgón la espiaba por la ventana

-Su esposo, enterado de su engaño, llegaba para vengarse.

 

Todo ocurrió con total celeridad. Cuando el marido ingresó pistola en mano su belleza lo congeló un segundo. Siempre le ocurría eso, lo deslumbraba su perfecta desnudez.

 

De inmediato desistió de su mala idea sin poder evitar que se le escapara un disparo.

 

El azar impidió que el proyectil impactara en ella. Mas dio en el ojo indiscreto del espía de la ventana.

 

 

 

Obsecuente

 

El clamor de la exaltada multitud exigía reducción de impuestos.

De pronto comenzaron a abuchear a un tipo que bogaba en dirección contraria. Mostrando recibos de cuantiosos pagos sugería al Estado que los aumentase.

Alguien le preguntó la razón y respondió:

—Odio las manadas, soy de los que siempre se quejan, los inconformistas, los insatisfechos, los que nadan contra la corriente… ¿Y usted en que manada está?

 

El otro lo pensó, analizó su circunstancia y dijo:

 

—En ninguna. Soy el estúpido ejemplar que durante una estampida permanece de pie en medio de la sabana y se lo come el león.

 

Partumba

Encendieron su luz como si fuese imperiosa una existencia.

Surge el primer llanto, puro y brusco. Llorar luego es vano, aunque se deba sobrevivir llantimamando.

 

Desde entonces vislumbra el avance imparable de la nada.

 

Encuentra un mundo sordo, ciego e indiferente. Perdiendo asombro experimenta sentimientos inefables e insoslayables.

 

Hasta que a media fiesta se duermen los músicos. El sonido restante es entropía que cargo se hará de acallar gozos.

 

Lo ofrecido por los Dioses ha sido aire y armas de batalla. Elementos que extrañará quien agoniza.

Finalmente un muerto atónito verá apagarse la luz, como si fuese innecesaria su existencia.

Inevitable

Hartos de tolerar las maldades humanas, y heridos en sus santas paciencias y bondades eternas, los Dioses, reunidos en democrática asamblea, mediante voto secreto y por unanimidad, determinaron el exterminio del hombre.

 

Tras el attosegundo que emplearon en realizar su exhaustivo análisis concluyeron que tan perversa especie merecía los peores castigos y sufrimientos, quizá más.

 

Dirigieron entonces hacia la tierra miríadas de microscópicas bacterias imperceptibles y millones de bólidos gigantes, que en forma de metal incandescente se fueron acercando a velocidades inmensurables.

Fue en vano. Antes de llegar los castigos, y con sus propias manos, el hombre se había exterminado.

 

 

 

Attosegundo:

 Unidad de tiempo equivalente a la trillonésima parte de un segundo. 1 as = 10−18 s.

 

 

 

 

 

Importante noticia

Follanews. Las Gónadas. Setiembre 1973.

Tras emotivo acto fue inaugurado el nuevo canal evacuador. Reemplazará la indignante labor manual realizada en la zona.

Al término de la ceremonia, miles de concursantes se largaron a nadar, desordenadamente pero con exultante dinamismo.

 

Tan grande fue el entusiasmo que la competencia se repitió en otras dos oportunidades memorables.

 

Lo acogedor del sumidero y la calidez de su entorno vaticinan actividad plena. De momento no se vislumbran problemas con el abastecimiento de materia prima. También se espera que los manantiales, pese a la escasa demanda de los últimos tiempos, no defrauden estas nuevas exigencias.

Hambres (¿Qué será de los hombres cuando solo quede el hambre?)

La luna, atrapada entre dos ramas de la encina, parecía observarlo.

El sobreviviente sentía que el frío punzaba su piel desde fuera y el dolor desde dentro.

Con manos temblorosas, y asqueado de sentir colgajos de piel y restos de cabellos entre sus dedos, levantó la calavera y se acercó a la hoguera.

Años atrás la civilización había estallado, enceguecida por la necedad de un gigante agónico convertido en paria.

—¿Vale la pena esto? —preguntó con débiles balbuceos. Desde las sombras, otra voz agobiada contestó:

—¿Qué más podemos hacer? ¡Vamos, échala en la olla y al menos tendremos una sopa!

 

 

 

 

 

Estupidizando

No tenía nada que hacer y llovía. Debí buscar con qué entretenerme.

Viendo TV fui testigo de doscientos homicidios y veintiséis violaciones.

Procurando algo más grato resulté fastidiado por frivolidades para público pasatista.

Fui por contenido adulto, y luego de nueve escenas pornográficas me hastié.

¿Hallaría algo menos intenso en lo físico y más nutritivo en lo intelectual?

 

Imposible. Hoy en TV solo se transmiten banalidades y noticias sesgadas y mentirosas. Corrompe y nubla con estulticia el intelecto.

Así que volví a leer libros de viejos autores, que los de ahora solo escriben sobre superhéroes, mundos fantásticos, y ensueños feéricos.

Estulticia:  Ignorancia, necedad o estupidez

Feérico:  De las hadas o relacionado con ellas

 

 

Engañándose

Llevaba años recluido en soledad absoluta. Desde su captura no veía ni hablaba con nadie.

Para combatir la soledad se había rodeado de fantasmas de viejas amistades. Entre ellos una mujer, Miriam, quien solía acompañar sus noches.

 

Hablaba mucho con aquellos espectros, y entre todos planearon un plan de evasión.

 

Sospechar que Miriam congeniaba con el guardia que traía su alimento lo llenó de indignación, confesando al resto de sus visiones que de inmediato llevaría adelante su fuga.

 

Al emerger de las inmundicias en las que debió sumergirse para lograr su libertad, sus fantasmas, armados hasta los dientes, lo eliminaron.

 

Herejía espeluznante

Por doquier se abrieron millones de grietas. Mares enteros cayeron al centro de la Tierra, resurgiendo luego en inmensas nubes de vapor que arrasaron con la humanidad.

La pareja de dioses almorzaba. Uno de ellos sin dejar de masticar exclamó:

 

—¡Maldito universo! —Hace dos eones ocurrió algo semejante en la constelación Hipocampo. Estuve una centuria con indigestión. Tomé baños de asiento en singularidades de la galaxia Macacaca.

—Sí, es malo comer tanto y apurados—. Afirmó su acompañante—. Es más sano paladear almas de a una y despacito. Se saborea mejor el sabor ácido aportado por sus humanas existencias.

 

 

 

 

 

El desobediente igual le dio marcha

La idea contemplaba el oleaje neuronal en discreta e íntima soledad. El escritor la halló luminosa, interesante y prometedora.

Pese a advertir en ella indicios de rebeldía intuyó que podría corporizarla en una historia surrealista.

 

Mas ella despreció instancias, escenarios y vestuarios ofrecidos. Se reveló misántropa, alertando que nada sobre tierra o espacio le haría aceptar el universo humano y sus dudosas convicciones.

 

Es más, renegando de su propia existencia exigió ser descartada y que su eventual presencia quedara fuera de toda fantasía.

 

Pero aceptó permanecer en el ámbito cuántico aguardando el bendito momento en que se la descarte definitivamente.

 

 

 

Diabólica confesión

 

Los goznes de la inmensa puerta no rechinaron. Errante, el viento había abierto las hojas del portal, dejando libre el acceso a la silente nave de la iglesia.

Nada pareció ocurrir, todo era silencio. Nada se pudo ver. Luego y de improviso, el sonido de firmes pasos inundó el corredor, retumbando en sus rincones y haciendo estremecer las hileras de columnas dispuestas a ambos lados del transepto.

 

Llegaron hasta el confesionario y allí se detuvieron. Luego de unos minutos, ensordeciendo como lo hicieron al llegar, los pasos salieron.

 

En el locutorio, temblando y de ojos vidriosos, el cura estaba mudo.

Silente: Silenciosa.

Transepto: Pasillo transversal que cruza la nave frente al presbiterio en una iglesia cruciforme.

 

 

Escena de un crimen

Su desnudez, emanando luces que el horror mitiga, resalta en la penumbra de la habitación.

Sus facciones, enmarcadas por el puño entrecerrado de su mano izquierda, resaltan la dulce paz de sus ojos cerrados.

Mientras su cabello dorado, cual sol rutilante estalla sobre la almohada, sus labios quietos, uniendo sus pómulos parecen implorar un beso irrechazable.

Luego todo es púrpura, abismo, oscuridad. Cerca del mentón, escandalizando cual gong quebrando el silencio nocturno, y tan indolente como el juguete perdido de un Dios pueril e impertinente, apenas se permite mostrar una estrellita límpida de acero, el filo inclemente de un hacha.

Campaña en invierno

 

Desde la distancia se mantenía ajeno a la arenga electoral de los eventuales oradores.

Observando atentamente se vería, en lo profundo de la mirada de aquellos farsantes, detrás del encanto y la convicción que vendían, egoístas ambiciones que jamás habrían de confesar.

 

El colorido, la parafernalia de banderas agitándose al viento no lograban distraerlo. Estaba clavado en el suelo, inmóvil.

 

Nadie se percataba de él.

Cual mar estática la multitud, con sus leves movimientos y exclamaciones derramadas en voz alta, no lograba distraerlo.

 

Ajeno al solemne acto el niño hambriento tiritaba, atento al frío que trepaba desde sus pies desnudos.

Informe de la visita de 2081

 

La gran conflagración mundial, detectada hace 50 giros del planeta en torno a su sol, dejó escasos sobrevivientes y contados rastros de su cultura anterior.

 

Ha sido imposible obtener información de los especímenes humanos que lograron subsistir hasta hoy. Evidencian el fracaso de nuestro impulso genético, pues durante los últimos milenios comenzaron a involucionar.

 

Esta raza animal, tan agresiva como temerosa, deambula hoy día entre escombros, recelosos, buscando mamíferos roedores o insectos para alimentarse, tal cual lo hacían cuando por primera vez estuvimos aquí.

 

Todo es tan desolador que debemos renunciar a nuevos intentos de lograr con ellos resultados positivos.

 

 

Amores que matan

 

 

Salió de prisión dispuesto a matarla. Era peligrosa, y su traición, imperdonable. En mitad de la calzada suspiró.

 

Comenzaba a caminar, decidido a ir por ella y ajustar cuentas. Cuando oyó el sonido del automóvil que se acercaba estuvo seguro de que era ella.

 

¿Supone que aceptaré sus mentiras? Sonrió.

 

El coche aminoró pero siguió sin detenerse. Dejó solo el raspar de ruedas sobre la grava, sonido de disparos, y un moribundo.

 

Él quedó allí tendido. Al menos descubrió que ella no viajaba en el automóvil. Eso fue lo que más dolió, había pasado años soñando con tenerla cerca nuevamente.

 

 

Amigo imprescindible

 

 

Cada tanto el perro llegaba jadeando hasta la banca a lamerle la mano.

 

El hombre a mi lado sonreía, acariciaba su cabeza, decía algunas pocas cosas y luego el animal reiniciaba sus correteos.

 

—Sin él no voy a ningún lado —dijo, intuyéndome atento a su accionar.

 

Pasado un rato el hombre elevó en el aire la correa y emitió un silbido. Movió su cabeza hacia uno y otro lado hasta sentir el regreso de su perro.

 

Luego de despedirnos permanecí viéndolos alejarse y cómo, ante el cambio de luz del semáforo, el perro manifestó la orden de detener la marcha.

 

 

 

 

 

Almas en la hoguera

 

 

La realidad navega eternamente sobre la red cuántica. Ésta es un océano de energía ilimitada donde medran, en paralelo a información pura, sistemas metafísicos infinitos.

 

Las fluctuaciones cuánticas dan paso, ciclo tras ciclo en reconstrucciones sin fin, a universos de distinta variedad y diversas características biológicas y evolutivas.

 

La eclosión de nuestro universo es el resultado de un flujo de energía provocado por el colapso de un universo anterior.

 

La especie humana es una forma de energía que continuará sus transformaciones en estado de coherencia cuántica hasta que, convertida en entes conscientes de sumo grado evolutivo, decida su propio espacio-tiempo.

 

 

 

 

Aclamado pintor salvado por el tabaco

 

 

 

—¿Qué haces, Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz? ¿Eso es un puzle?

 

—Podría ser. ¿Te gusta?

 

—Pues sí, claro. Pero está extraño. A tu padre le encantó ayudarte mientras pintabas “El picador amarillo”, pero esto no sé… Es como cortar y pegar. ¡Mira llegó tu tío Salvador, pregúntale a él!

 

—¿Qué opinas tío?

 

—¿Lo cortaste en pedacitos y lo volviste a armar? ¡Vaya trabajito! Diría que te ha quedado muy bonito. Si sigues así dejarás muy en alto el apellido Ruiz.

 

—Ese apellido no, me haré conocer con el de mi madre.

 

 

 

Nota:

Cuenta la anécdota que Pablo Ruiz, más conocido como Picasso, no respiraba cuando llegó al mundo. Su tío Salvador se detuvo a observarlo y lanzó una bocanada de humo de su puro al rostro del niño. Recién entonces fue que reaccionó.

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