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He conocido mentirosos, ninguno como este.
              ¡Esto es bochornoso!
Pido disculpas por este texto, es más, sugiero que no lo lean.
Es que los psicópatas son todos diferentes y nunca buenos o generosos. Se perdió del barrio, jamás volvió a saberse nada de él
 

Más sínico que mentiroso

Estaba leyendo un cuento terrible, horrible, risible... Una de esas narraciones casi bien contadas donde nada interesante ocurre y todo se disipa en una historia trivial, por eso aparté la vista de las frases preguntándome qué estaba haciendo con mi juventud.

 

Sonreí con ironía pues no podía perder tiempo. Debía solucionar algunos pequeños problemas, entre ellos lo del muerto que yacía bajo mi cama. Era una de esas cosas que no se resuelven solas y ante la cual únicamente se me ocurría partir a recorrer mundo. Debería sentirme atemorizado pues el cadáver parecía un monstruo al acecho dispuesto a devorarme y, muy por el contrario, mi sangre fría lo imaginaba dispuesto a ser devorado por mí.

 

Siempre ante inquietudes semejantes procuro calmarme, decirme que no tengo prisa y todo fluirá con normalidad, sin que haga falta que me preocupe por detalles que el tiempo disolverá. Es así, las personas deberían comprender la inutilidad de preocuparse por todo. La lima del tiempo rasa con cuanto problema se presenta. Y te diré una gran frase Braulio, es mía, de verdad, anotá: La felicidad siempre nos rodea, sólo que hacemos lo imposible por ignorarla.

 

Por lo tanto te digo: Me llevo la felicidad conmigo. Así pues, todo lo malo me resbala por el lomo cual llovizna sobre impermeable. ¿Mis asuntos? ¡Magnífico! Viviendo la madeja sin fin que debemos recrear, fluida y naturalmente, quienes moldeamos la realidad del mundo: presidentes, políticos, abogados, miembros de las élites y tipos como yo, que al igual que otros tantos pasamos desapercibidos, y cuya labor incesante desde las sombras mueve al mundo. Lo digo pues poseemos semejantes cualidades.

 

El cadáver tardará unos días en manifestarse, a menos que salgas de inmediato tras leer estas palabras y sobre todo creyendo en ellas. No lo harás aunque la duda te martirice. Podría decirse que si yo veo cosas que no existen (de ese modo “mentir” adquiere otra jerarquía y lo prefiero así) tu niegas la realidad que asoma ante tus ojos.

 

Decía que el cadáver aparecerá con mucha lentitud en escena, asomará con sus volátiles alas de putrefacción agitando tus narinas. Entonces yo no estaré para verlo y es una pena, pues no sólo te caerá un muerto encima, sino todas las otras cosas que rehúsas aceptar como ciertas, verdades muertas.

 

De modo que no hay de nada por lo cual deba preocuparme. Cuando te confesé lo del muerto –querido hermano– no me creíste. Me irrita esa costumbre tuya de no tomar en serio nada de lo que digo, por lo cual mereces este castigo. ¿Eres mi hermano o mi enemigo?

 

Sólo has sido un cretino repitiendo cual campana –y que nadie quede sin enterarse– que tengo "pseudología fantástica". Luego, como cura milagrosa, distracción, o no entiendo aun el motivo, me diste esos relatos que coleccionas para que yo los lea. Te lo he dicho, son anodinos y aburridos. Debería llamar al autor y narrarle alguna de estas supuestas fantasías que tengo. ¿O debo suponer que pretendes que escriba?

 

Eso es lo que he entendido, debe ser esa la razón de que haya comenzado con esta especie de crónica que te dejaré cuando extrañes mi presencia y entres a mi dormitorio, calculo que mañana al atardecer. No me hallarás, a primera hora salgo de viaje en mi gira mundial por tiempo indefinido. No es desapego o que no te quiera hermano, pero el cartero está comenzando a molestarme.

 

Pues sí, el tema medular de éste momento es la presencia de la muerte en mi habitación. Ustedes se darán por enterados recién cuando sientan el hedor y entonces ya estaré lejos. ¿Lo viste ya? ¿Te has agachado al tiempo que lees esto? ¡Hazlo! Pues tendrás que hacerte cargo de mi "porquería maniática" o como se llame. La he transformado en un hermoso cadáver oculto.

 

Ya que te gusta meterte en todo dejo a tu cargo la explicación a las autoridades. Haz lo que puedas. Imagino que optarás por la verdad y esperarás que te crean. ¿Quieres alguna otra idea para salir del atolladero? ¡Vente conmigo!

 

Al fin perderás ese hábito de criticar mi "Inveterada costumbre de fraguar patrañas", "Manía de decir embustes innecesarios y perniciosos". ¡Ay, Bruno, qué elocuente! "Afán de sobresalir con falacias"; "Delirio enfermizo de mitómano". Y otros tantos adjetivos y frases retóricas que sin motivo ni compasión sueles descargar al referirte a mí. ¡Que alguna vez deslizo alguna broma vaya y pase! ¿Quién no lo hace? Pues eso no se deshace.

 

Como lo del extraterrestre. Eso sí fue exageración, lo reconozco. ¡Pero tan bien elaborada que hasta de la tele lo creyeron al principio! Comenzaron a dudar cuando les dije que me habían dejado un mensaje de reproche para Biden. ¡Es cierto, a veces al deslizar una picardía exagero la nota! De todos modos al tipo ese hay que darle un escarmiento, escupirle la sopa por lo menos, algo, por cretino y mierda que es. ¿Nunca te preguntaste cómo es posible que ese tipo de persona llegue a dirigir un país? La respuesta es una sola: el mundo está lleno de idiotas.

 

Te pusiste como loco por eso. Te preocupaba el qué dirán, “que todo el mundo me vio”. Y esa tontería de que “no te da la cara para andar por la calle” ¡Si nadie te reconocería! En TV aparecí sólo yo. “Que Paquita tampoco merece las que le hago pasar”. Mirá, ella la ha pasado bien conmigo, me he portado. Me lo ha dicho con lágrimas en los ojos. ¡Andá, pregúntale!

 

¡Ay Braulio, qué sorpresa te llevarás cuando empieces a sentir la pestilencia! Descarto que será así, no darás con esta nota hasta después de saludar al cartero. Será tu culpa por no creer que debajo de mi cama está su cuerpo sin vida. ¡Y eso que te entregué el sobre con la carta de la maldita Marula! La leí íntegra, ella sí es mentirosa. Y además intrigante y maliciosa. Siempre buscó enemistarnos. Al menos contigo fue sincera y te alertó conque yo tramaba algo.

 

¿Cómo no se te ocurrió andar con tiento al menos por las dudas? Claro, era más fácil atribuir todo a delirios mentales de un psicópata que asumir la realidad. Mucha gente medra y se regodea hasta la muerte en ese error, eso te redime un poco.

 

Me gustaría verte la cara cuando te agaches y sientas esa mirada libre de sueños y veas sus manos, vacías de epístolas intrigantes de Marula. ¿Negarás la evidencia encerrada en tus ojos? ¡Lástima! No dejo de  pensar en lo lamentable de no estar aquí para verlo. ¡Bien que te podrías haber librado de eso y hacerme meter preso! Pero no, el mentiroso, el majadero, ese estúpido fabulador no es capaz de llegar a tanto.

 

Aunque hay algo que acaso te redime un tanto. El que de vez en cuando afirmaras, luego de decir que soy anormal, que no se me puede tener en cuenta, que es mejor ignorarme, que pese a todo eso no soy malo, que tengo buen corazón y soy capaz de demostrar cariño… ¡Fabulas mi niño”

 

Esa tontería me hizo dudar en la conveniencia de meterte en esta trampa, y es la razón por la cual estoy confesando mi culpabilidad con estas líneas. Pero claro, veremos si las autoridades se inclinan a tener en cuenta los dichos de un reverendo mentiroso que, además de estar ausente y a su favor, tiene un corazón de oro.

 

También por eso pensé en quedarme e idear una coartada culpándote. Mereces ser castigado por necio, y estoy seguro que me hubiesen creído y te habrían llevado detenido. Porque yo aprendí a convencer, y tú ni siquiera con la verdad convences.

 

Mas decidí no perjudicarte y dejarte campo libre para que puedas con calma deshacerte del cartero. Sin embargo, para quedar en paz contigo aún hay algo que debo confesar, pues me pesa mucho en la conciencia, y tanto que lo escribo con mayúsculas: ME ACOSTÉ CON PAQUITA. Por tu costumbre de huir de los problemas dirás que es mentira, pero es muy cierto. Mas como yo miento te lo diré de modo que lo comprendas mejor: NO ME ACOSTÉ CON PAQUITA.

 

Sí, es cierto, creo que ya lo dije, no me creíste cuando en tu presencia le pedí que te lo contara. Ella disimuló y fingió asombro ante mis palabras con gran maestría. ¡Ella sí que es una profesional del engaño! Como he dicho en mis viejos tiempos de misógino: las mujeres nacen con la natural virtud de mentir en forma convincente.

 

Pero qué sabes tú, diriges una empresa y todavía comes ríos de moco. Y es por eso que se debe mantener alejado al demente de la estirpe. ¡Que no vaya a meter mano en el negocio familiar! ¿Acaso siempre hay dinero detrás de todo?

 

Para mí no es problema. Por años he guardado la frugal cuota que me destinas. Jamás durante todo ese tiempo te detuviste a pensar en qué podría gastarlos, yo que nunca salgo. Pero sos el “hijito”, el preferido, el heredero, el primogénito, el inefable, el responsable. Si hasta a veces tuve deseos de ensartarte con un sable.

 

Siempre te molestó que a veces termine mis frases con otra rimada que poco o nada tiene que ver con lo hablado. Pero así soy yo querubín, que mi ingenio no tiene fin.

 

Además, mejor que tú he conseguido beneficios de los contratiempos. Pues eso significó para mí que insistieras tanto con la tontería de la sicóloga, y ella con que tejiera crochet pues esa terapia baja a los locos a tierra y los entretiene. ¡Qué fastidio! De puro aburrido terminé haciéndolo y muchas de las baratijas que realicé las ha vendido a tus espaldas Paquita entre sus amigas de la “sociedad”. Descuida, también pude idear otras formas de obtener dinero a más de esa.

 

Tu esposa es adorable. Como ves, tiene muchas virtudes. Se manejó muy bien con las ventas y ni siquiera me pidió su parte. Bueno, je je, algo tenía que darle y bueno, creo que le gustó. Pero siempre le gusta no es porque sea “yo”.

 

Encubriendo tampoco se queda atrás. Mucho tiempo la tuve amenazada con que si no refrendaba mis dichos te diría lo nuestro. Claro, me sobrepasé y lo de los extraterrestres fue demasiado. No quiso afirmar que también los había visto y ahí perdí el control. Por eso largué el rollo de lo que pasó entre nosotros. No pensaba hacerlo, pretendía que continuase. ¡Y pensar que ella me alertó –con razón– que no me creerías! Nos conoce bien. Obviamente, es muy astuta.

 

Quizás estés de acuerdo con que nuestra dama también es fuera de serie sobre la cama. ¡Pertinaz! Esa es la palabra. Nada le alcanza, nada le sobra, y batalla centímetro a centímetro. Por eso su intimidad es en realidad una colectividad. ¿No lo sabes? Pregunta. La popular voz del barrio no te mentirá como lo hace tu hermano el loco. De eso debieras avergonzarte y no de mi avistamiento de ovnis.

 

No me importa que decírtelo resulte inútil. Recuerdo tu crispado comentario cuando algo de eso te dejé entrever en una conversación. Dijiste: —¡Déjate de ver fantasmas! Si se entera Paquita de tus dichos te retira la palabra y tendrás que dormir con el perro y compartir con él las sobras de comida. Y así habrá paz en tu vida.

 

Eso no me importó, sueles regañar con mucha gracia. Logras que quienes estén presentes sonrían. Pero agregar que si no fuese un enfermo me darías una paliza fue demasiado. Siempre sintiéndote tan superior y poderoso. El triunfador, el recto, el “normal”. Yo soy el enfermo, el idiota, el mentiroso con problemas.

 

Cuanto más diferentes seamos, cuanta más distancia nos separe mejor estaré. Si de algo he podido enfermar es de tener que tolerar tu necedad. Tan pagado de ti que jamás podrías suponer que tu mujer te engaña apenas te vuelves un segundo de arco se revuelca en cualquier charco.

 

Podría haberla culpado a ella de la muerte del señor cartero y quitarla de en medio. Pero comprendí que no era buena idea de inmediato. Me quitarías de en medio a mí. ¡Ella te tiene embrujado! Aunque en realidad debiera decir “hembraujado”. Ergo: decidí que lo mejor era alejarme cuanto antes y como las cosas han rodado en buena forma el desenlace está previsto.

 

El vuelo es a las siete y allí estaré más temprano que eso. Daré unas vueltas por el aeropuerto y sacaré el equipaje que desde hace días allí me espera en un armario. Tengo además tres pasaportes con mi foto. En uno me llamo con mi nombre real. En otro me llamo Braulio. Y sí, Paquita en el otro. Mi habilidad se limitó a tomar los vuestros y cambiar fotografías. Por supuesto, dispongo de todos los elementos para disfrazarme de mujer y mal no me sale. En caso que supongas que miento busca tu pasaporte. Que te vencí sin recortes.

 

Pues se terminó tu costumbre de decir a diestra y siniestra que tengo tal o cual enfermedad pero soy inofensivo. ¡Malditas gracias! O mentías al afirmar que estaba enfermo, o al asegurar que soy inofensivo. ¡Engañaste a todos Braulio! ¿Acaso estás enfermo vos? Hermano, ni miento tanto ni soy tan inocente. Soy apenas diferente.

 

¿Recuerdas el asalto a la farmacia el mes pasado? Fue tu hermanito el extraviado. Debía reunir un buen fajo de dinero para irme a "Nunca Telodiría". Usé una media de Paquita, una gorra tuya y puse voz de cartero. Por eso dejé la media y la gorra en el bolsillo del finado, junto al pisapapeles de la farmacia que también sustraje.

 

¡Es hermoso! ¿Me creerías si te dijera que el farmacéutico tenía una gripe tan insoportable que debe haber contagiado a medio barrio? Y estaba allí… ¡El muy cretino! Tal vez hasta con coronavirus y velando por sus bienes sin consideración por la salud ajena. Casi mato sus problemas.

 

Donde voy me esperan dos morenas que no les importa compartirme... mientras dure el dinero. ¡Lo sé! Si acaso como afirmas, soy loco, te faltó aceptar que jamás fui tonto. ¿No es lógico? ¿Para qué me voy a engañar con mujeres así? Aunque tal vez las comprometa en algo turbio y con una pequeña extorsión sigamos juntos toda una temporada.

 

Nos hemos comunicado por mail durante mucho tiempo (no son viejas de epistolario caduco como Marula, que aún envía cartas) y ahora es el momento ideal ir personalmente donde ellas. Me llevo el laptop, no quisiera que husmearas en él. Volvé al lápiz y al papel.

 

¡Ah! ¡Buenos tiempos se acercan! Donde llegue compraré los diarios de aquí para seguir las alternativas de mi búsqueda: será más divertido que leer esos cuentos del tal Félix que me diste a leer. ¡Con tantas otras cosas que hay para ver!

 

Mi primer destino es Buenos Aires, solo un día. Luego X. Y luego Xx. Y más tarde Xxx. Quizás después Xxxx. Así… ¡Qué me echen los galgos! Hagan de cuenta que me llevaron los extraterrestres. ¡Ahí comenzó todo! ¡Se burlaron de mí! Y lo único que inventé fue lo de Biden, porque ese tipo sí que está de la nuca. ¡Lo demás era cierto! Y el cartero que viene y me dice tan risueño: — ¿No has vuelto a ver a tus amigos del espacio?

 

—No— le contesté con suma paciencia y respeto —pero me dejaron esta silenciosa arma y voy a probar contigo sus bondades.

 

Parece que disparé, con el rayo el hombre se puso medio verde y sus ojos se agrandaron. Se fue al suelo y lo empujé con el pie, ocultándolo bajo la cama mientras él continuaba viéndome incrédulo. Parecía exclamar desde su asombro: ¡Era cierto! ¡Lo de los ovnis era cierto! Aunque cause desconcierto.

 

El brazo quedó hacia fuera, y cuando lo moví para que no lo descubriera Paquita al asear verifiqué la ausencia de pulso. No pretendía matarlo pero ocurrió y no me lamentaré. Sólo que… ¿Quién me creería si declaro que fue un accidente? Máxime que el arma homicida nunca estuvo en mis manos o se esfumó en cuanto me distraje.

 

Es que al igual que el cartero también yo mucho me lo he preguntado: ¿Lo de los ovnis era cierto? No lo sé en realidad, y de verdad no te miento ¿Me creerías si te dijera que al menos en esta oportunidad soy sincero? O se trata de extraterrestres o de algún poder hipnótico desconocido que he de poseer en forma inconsciente. ¿Lo hipnoticé con mi gran poder de convicción y él creyó ver un arma estrafalaria en mis manos?

 

También supuse que mi imaginación me había jugado una mala pasada, y de igual modo que el arma el cartero desaparecería. Al menos por ahora eso no ha ocurrido y no puedo perder más tiempo. Si se hubiese evaporado no tendría que irme y dejaríamos de recibir las espantosas cartas de Marula, siempre azuzándote para que me internes. ¿Este viernes?

 

Ella jamás me perdonó que provocara su divorcio con el embuste que le despaché al marido. Aunque tan mentira no terminó siendo. Enseguida consiguió otro y se fue tras él a la Patagonia. Si no hubiese estado divorciada lo habría engañado, seguro. Solo me anticipé a los hechos. En algún aspecto también tengo atisbos de visionario, de profeta. Todo me irá bien, sí.

 

Dejé un momento de escribir pues vino Paquita a decirme que estaba pronto el almuerzo. ¡Cómo son las mujeres! Por debajo de la mesa su pie descalzo acariciaba mi miembro mientras tú elogiabas la ensalada de pepinos. Yo, para dejarla en evidencia hice un gesto y ella, con total desparpajo exclamó:

 

—¡Misio! ¡Sal de abajo de la mesa! —y salvó la situación. Pero Misio no estaba debajo de la mesa. Por eso terminé de prisa la comida.

 

—¿Quién te corre? —Preguntaste con ese aire paternal que odio. Con total sangre fría y alimentando sin querer tu idea sobre mi desquicio respondí: —El gato —y salí sin prestarles más atención pues sospechaba algo sobre las andanzas del maldito minino.

 

Tuve que sacarlo de mi cuarto con violencia pues estaba midiendo sus bigotes con los del cartero. Es peligroso. El gato puede delatarme antes de lo conveniente. ¡Menos mal que no es un perro! Se pondría a ladrar y refunfuñar junto a mi puerta, hice bien en desaparecer al que teníamos.

 

El edificio de la esquina tenía abierta la puerta y subí hasta el décimo piso con el can detrás. ¡Por la escalera! En un descanso abrí una banderola y lo lancé. Como le di cierto impulso cayó sobre un camión que pasaba y se fue en el toldo. ¡Cómo se quejaba el pobrecito! Espero que cuando se entere Brigitte Bardot no me entable juicio por maltrato animal. Ayer esa anciana no estaba nada mal.

 

El almuerzo me dio sueño, Bruno. ¡Cocina bien Paquita! ¿No es cierto buen hermano que sabemos elegir? Creo que la voy a extrañar. Ahora dormiré una pequeña siesta y luego, sin equipaje, saldré como a dar una vuelta por el barrio y… ¡Hasta nunca!

 

 

Estoy en el baño escribiéndote mis últimas frases mordaces. Desde que se me ocurrió hacer esta crónica he andado con la libreta de aquí para allá. Dudo ahora de dejarlas en mi habitación y a la vista. Quizás deba ganar algo más de tiempo y demoren en encontrarlas lo suficiente como para que yo esté muy lejos, pendejos.

 

¿Me crees ahora lo de Paquita? Por supuesto que te asombré con lo del cartero, majadero. ¡Y lo de los marcianos también debes creerlo! Y lo de las pastillas que le di a mamá en la víspera de... ¿Ah, eso nunca te lo había dicho? Soy distraído y algo pérfido. Eso soy, no mentiroso. Pero no me voy por esas pequeñas cosas, mariposas. Me voy pues no soportaría otro relato de esos que te encantan ni medio punto más de crochet.

 

¿Y ese escándalo? ¿Qué pasa ahí afuera? ¡Cómo grita Paquita! ¿Qué pasa? ¡Ahora es la voz de Braulio llamándome!

 

—¡Voy!

 

Bueno, Iré a ver. Más tarde termino con esto. Temo que cometí un error al no librarme de ese gato mentecato.

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