top of page
caras de una moneda.jpg

El cosmos parece estar vacío de seres inteligentes. Nadie asoma a la vista. Nadie se comunica con nosotros. En un universo tan vaso debieran advertirse indicios de vida. De seguro la hay y debemos descubrir la respuesta a nuestra ceguera.

¿Es posible un mundo donde los humanos sean todo lo contrario a lo que somos? El protagonista de este breve relato logró conocerlo y regresó contrariado. ¿Qué piensas al respecto? Envíame tu comentario.

Caras de una moneda

Bradley tocó su rostro en el espejo y de pronto su imagen desapareció. Ya no estaba en su casa sino en la calle, pero nada le resultaba familiar.

Al principio supuso que se hallaba en territorio eslavo, pero de inmediato comprendió que no estaba en ninguno de los sitios cuya existencia conocía. Un soplo de temor golpeó su rostro. Preguntó a un par de transeúntes dónde se hallaba.

 

—En Arreit —dijo uno. —¡Vaya pregunta! —dijo el otro con gesto burlón—. ¿Además de beligerantes son tontos?

Bradley no prestó atención a esto último ni se preguntó a qué se refería, además habían seguido su camino con inusual felicidad en sus facciones. Así que el grado de buen humor de sendos peatones le llevo a suponer que bromeaban. Se dedicó entonces a observar su entorno.

 

Las calles estaban limpias. Los sonidos no contenían discordancias, ni de sirenas, ni de gritos, ni de vendedores ambulantes. Llamó su atención una extraña motocicleta que pasó ante él de forma casi silenciosa y a moderada velocidad. La gente andaba sin prisa y sus rostros despreocupados dejaban traslucir rasgos risueños.

¡Oh, de pronto en alguna parte un bebe comenzó a llorar! Rompía la atmósfera con sus gritos. ¡Ah! Pero… No duró más de unos segundos.

 

Bradley se detuvo en una esquina y observó en torno. No halló rastros de publicidad alguna, ni de política, de productos o lo que fuese. Todo parecía demasiado ordenado, calculado, pulcro, compacto y hasta exacto. Por su mente pasó la imagen de un panal, y luego la de un mecanismo de ritmo constante. Se sintió raro.

 

Estuvo como clavado en aquella esquina hasta que un lejano sonido lo inquietó. Aquél run run creció de tal modo, y estuvo a su lado en forma tan vertiginosa que casi salta por los aires. A su lado se detuvo un vehículo de cuyo interior bajaron dos individuos de túnicas blancas. De inmediato se acercaron, y ubicándose uno a cada lado lo tomaron de sus brazos con delicadeza:

—¿Viajero especular, no? —Preguntó uno de ellos—. Venga, debemos llenar algunos requisitos.

 

Varias cosas llamaron la atención de Bradley mientras recorrían las calles de la ciudad. No demoró un instante en iniciar un interrogatorio:

 

—¿Por qué los vehículos tienen escasas diferencias de diseño? Sus "captores" lo observaron con curiosidad antes de responder:

 

—¡Son el ideal! Cada vez que se comprueba estar ante una mejora se realizan cambios y se recicla. Aquí todo se recicla, no admitimos acumulación de residuos.

 

De esa forma ingresaron en una dinámica de preguntas y respuestas que fueron aplacando las interrogantes del hasta ahora supuesto viajero:

 

¿No hay policía? Nadie delinque. ¿No hay narcotráfico que combatir? Eso lo superamos hace muchísimos años. ¿Cómo? Liberando el consumo. ¿Dejaron todo en manos de los narcos? No, del Estado. ¿El Estado lo distribuye? Exacto. ¡Es de locos! Al contrario. ¿Hay una metodología? Sí. Toda la operativa está controlada. ¿Y cómo es eso? Pues, el usuario la adquiere presentando su código QR. De ese modo se hace un seguimiento de su consumo y puede determinarse el momento en el cual requerirá ayuda sanitaria. Además se garantiza la pureza de los productos, evitándose muertes indeseadas y contratiempos.

A la mente de Bradley le costaba asimilar tales programas gubernamentales. ¿Acaso los líderes del mercado toleraban aquello? Continuó con sus preguntas:

¿Estamos en una Democracia? Así es. La llamamos Democracia Dinámica. ¿Qué tipo de Democracia es esa? Los ciudadanos, siempre con su código IQ personal, cada tres meses emiten desde su IP sus pareceres sobre cada presidente, diputado, senador, concejal... ¿Sobre cada presidente? ¿Cuantos tiene el país? No, no el país, el Planeta. El sistema está expandido. ¿Y por qué "dinámica"? Es que las opiniones trimestrales a favor o en contra reemplazan de inmediato a los malos dirigentes. Así ninguno se pasa de vivo. ¿Hacen campaña, no he visto anuncios? No existen campañas políticas, la forma de proceder de los gobernantes va pautando en los ciudadanos el apoyo o la condena. La publicidad puede llevar al poder a un demente.

Eso no estaba mal, Bradley conocía a varios psicópatas que llegaron a gobernar la Tierra, acaso la mayoría.

 

¿Y dónde están los niños, no los he visto en todo este trayecto? En sus estudios y juegos. Tienen sus rutinas. No es bueno lanzarlos al ocio en calles y plazas. Eso nos evita gastos en fuerzas públicas. ¿Entonces no hay policía, o es privada? No la hay, no es necesario. ¿Y cómo se combate a la delincuencia? Con educación. Instalando valores dignos y conceptos éticos nobles. Dignidad, honestidad, moralidad... Sólo permitimos un mínimo nivel de ignorancia. Todos tenemos deberes, estudiar o trabajar. ¿Y qué hacen con quienes se niegan? Son muy escasos, y se los recluye en establecimientos donde cumplen horarios, aprenden oficios y acatan órdenes. Ergo, antes de estar trabajando allí prefieren hacerlo en libertad. Todos debemos dar nuestro pequeño aporte a la comunidad.

Se hizo un largo silencio. Bradley meditaba. Pensaba que había caído en aquél "Gran hermano" tan temido. Hasta que, volviendo al intercambio anterior preguntó:

 

¿Y ejércitos tienen? ¿Para qué? Gracias a su eliminación hemos desterrado la pobreza, el hambre, el índice de lisiados, y las muertes inútiles. No nos parece sensato distraer fortunas en fabricar armas y mantener ejércitos ociosos cuando hay necesidades imperiosas que entender. Esas prácticas ruines se han perdido en el pasado más lejano. Esa vieja práctica resultaba irracional y perniciosa. Nadie tiene armas para no usarlas, en algún momento la ansiedad de verlas vomitar fuego arrasa con el sentido común.  ¡Llegamos!

Algunos jerarcas salieron a recibir al viajero y lo saludaron con cordialidad. Luego lo hicieron pasar a una amplia estancia en la cual, en una de sus paredes, lucía un amplio espejo con efecto droste cuya imagen se perdía en el infinito. Allí se divisó Bradley en medio del grupo, multiplicado en imágenes que se iban empequeñeciendo hasta ser casi imperceptibles.

 

Una de aquellas personas, quizá el de mayor rango, puso una amistosa mano sobre su hombro y exclamó:

 

—¡Así que usted es el viajero especular de esta década! Ocurrió por accidente durante una extraña y poco frecuente disminución de cuerdas lógicas. No suelen darse a menudo este tipo de visitas. Es normal que los viajeros de otros mundos hagan uso del drostespejo, pero no ustedes. ¿No entiende? Bueno, no importa demasiado, lo mejor será que atendamos su problema.

—¡No! No tengo ningún problema ¡Y quiero saber! —casi gritó Bradley.

—No tema. Será devuelto a Beligerancia, sano y salvo, un segundo después al que originó la anomalía en el entramado de las partículas.

—¿Anomalía? ¿Y no podría quedarme hasta comprender algo más? No importa que esa historia sea larga. Tenemos tiempo... ¿No? ¿Qué prisa hay?

 

—Ninguna. Incluso hay un viajero de Beligerancia al que permitimos quedarse. Pero buenos problemas nos ha dado con eso del "libre albedrío", "el destino manifiesto" "el estilo de vida americano" y otras tonterías semejantes.

 

—¡Ah, lo sospechaba! He caído en un país del eje del mal. ¿Rusos? ¿Iranís? ¿Chinos?

—Sabemos de qué habla pues los tenemos bajo constante observación. Pero no, se equivoca. No tenemos nada en común con ninguna de las múltiples categorías y divisiones que emplean para dividirse y confrontar.

Pese al cariz que tomaba la conversación el ánimo de los arreitas no dejaba de ser cordial y comprensivo. Aquello provocaba en Bradley la sensación de estar siendo tratado como un niño o como un loco. Lejos del humor de sus recepcionistas, el de Bradley subía en ofuscación:

—¡Y no vengo de ningún sitio llamado Beligerancia sino del planeta Tierra! Además, si tienen algo que ver en esto exijo una explicación. ¡Es mi derecho! ¡Pago mis impuestos religiosamente!

Dos de las personas que lo rodeaban se miraron entre sí con aire de resignación. Uno de ellos dijo entonces, como quien reitera un concepto por décima vez:

—Está bien, pese a tener plena certeza en que no la creerá, pues la naturaleza de los beligerantes es la negación y la necedad, le contaré la historia. Y le cedo la derecha, viene de la Tierra, sitio al que aquí y en el resto del universo se menciona como "Beligerancia".

El sujeto que habló tomó un profundo respiro y luego, como quien narra un relato infantil consabido hasta el hartazgo dijo:

—En el primigenio Sistema solar Venus no existía. Pero sí existía Faetón, allí donde hoy están los asteroides. Cuando ingresó al sistema Venus tenía mayor tamaño, e impactó con Faetón destruyéndolo, y sus restos conforma el cinturón de asteroides. Tras esto Venus quedó ubicado en su sitio actual, pero rotando en sentido contrario al del resto de los planetas. ¿Me sigue?

Bradley titubeó, poco conocía de asuntos astronómicos. De todos modos asintió, lo cual dio paso libre a la continuidad del relato:

—Eso no fue todo, el desastre cósmico, además de quitar masa a Venus, disolvió de inmediato en el espacio la atmósfera de Marte. También envió hacia Arreit/Tierra un inmenso meteorito. Este bólido colaboró con la extinción de los dinosaurios al provocar un vulcanismo extremo. Pero también, y esto es lo peor, generó una anomalía en el entramado de cuerdas, abriendo una minúscula dimensión que alojó a Beligerancia –perdón–, a su planeta “Tierra”. ¿Me sigue? Se creó una imagen especular deteriorada. Eso es Beligerancia.

Bradley mantuvo silencio. Se preguntaba si algún programa de TV le estaba haciendo una broma y su mirada buscó si éxito alguna cámara. Ante su silencio quien le hablara continuó:

—Han lanzado el telescopio James Webb y sus conocimientos de la física están en contradicción. Cuestionan el Big Bang, la velocidad de expansión del universo, la edad de las primeras galaxias... ¡Todo eso se debe a que existen sobre una anomalía cuántica! Estamos trabajando en eso, pero aun no logramos interpretar si es posible que alguna vez ingresen o retomen la normalidad, si acaso alguna vez la tuvieron.

 

Grande era la confusión de Bradley, quien visiblemente apabullado respondió:

—Bueno... No es fácil. Tendría que analizar esto que me dicen. ¿Podría permanecer aquí un par de días para digerir todo esto? Es que no entiendo la relación de ustedes con nosotros.

 

—Es más sencillo de lo que cree —dijo uno de los presentes—. Esa disrupción en la normalidad de las partículas sub atómicas generó una defectuosa imagen de nuestro planeta, cuyo resultando es la presencia del vuestro. En nuestra parte quedó la naturaleza lógica, que funciona mediante el sentido común, el bienestar y el equilibrio universal. Nuestro futuro es ordenado y rítmico. El vuestro es disonante e impredecible, pues camina al influjo de egoístas decisiones personales y grupales en el mejor de los casos.

—Lo que dice es algo complicado, lo admito —dijo Bradley—. ¿Es como si hubiésemos dividido facultades?

Uno de los arreitas demostró asombro y exclamó:

 

—¡Vaya! Ese es el único problema filosófico que no hemos podido dilucidar. Se han hecho simulaciones sumando vuestras características a nuestra esencia genética y las resultancias terminan siendo hibridaciones insostenibles. Todo termina diluyéndose.

Con pretensiones de demostrar también algo digno de confrontar con lo expuesto por estas personas Bradley sugirió:

—De contar con todos los datos podríamos consultarlo con nuestras IA. Tal vez podamos ayudarlos y demostrar que no somos lo que somos.

 

Sin poder evitarlo, el más viejo de los presentes exclamó:

 

—¡Ese es el mayor de nuestros temores! Los desastres que podrían llegar a hacer manejando la IA con esa locura belicista… No deseamos intervenir, pero la paz universal corre peligro si se la usa en mala forma. Tenemos la esperanza que, así como nos ayudó a nosotros a dar con las soluciones –algunas de las cuales se le han comentado– logren encauzar vuestros desvaríos hacia rumbos de sentido común.

 

Dentro del estupor que lo invadía Bradley se pellizcó por primera vez, pero no despertó:

 

—¡Nos discriminan! ¿Acaso nos identifican como raza insólita? ¿Un mundo bizarro por lo imperfecto? —estalló contrariado.

 

El veterano lo observó con benevolencia y respondió:

—¡Y todo el resto de sinónimos! Singular, exótico, chocante... Sí, digo bien, chocante. Una facción destructiva llamada por ustedes "sionistas" está causando un verdadero holocausto con otro pueblo. Y quiern convercer al resto de la licitud de esa barbarie. Todo para apoderarse de bolsas de gas existente en un territorio denominado "Franja de Gaza". Estamos muy al tanto de los desmanes que también a nosotros nos ponen en peligro.

—No es para tanto.

 

—Sí, eso le han dicho y usted lo acepta. Pero algunos allí en su planeta se preguntan las razones por lo cual en un universo tan vasto aún no han tenido contacto con seres de otros mundos. ¡Es que su forma de ser repele a cualquier otra forma de vida! Cuando ustedes piensan en extra beligerantes, perdón, extraterrestres, imaginan guerras siderales, explosiones que destruyen mundos, odio y sangre. Nadie desea entablar contacto con ustedes y afectar los equilibrios naturales a tales extremos.

Los puños de Bradley se cerraron al extremo de sus brazos caídos. Tragó saliva y se contuvo de tomar a golpes de puños a los presentes solo debido a que eran muchos.

Los arreitas notaron su furia y se miraron entre ellos sin demostrar preocupación o animosidad alguna. Uno de ellos que estaba algo más apartado exclamó:

 

—¡Bueno, llegó la hora! —y se acercó Bradley con cierto temor por la ira que ahora comenzaba a manifestarse mediante bufidos de su respiración. El viajero especular oriundo de Beligerancia se asombró ante el anuncio y dando un paso atrás exclamó:

—¿Qué me van a hacer? ¿Nosotros somos los agresivos? ¡Tengo derechos!

—Nada le haremos, mi amigo —dijo el arreita al llegar a su lado—. No hay razones para que nos tema. Sólo le pido que me acompañe hacia la imagen recursiva del espejo droste de esa pared. Nos veremos con suma nitidez.

Una dama se acercó y con amabilidad le preguntó: —¿Desea llevarse una selfie? —Y de inmediato, con una sonrisa que unía sus orejas explicó:

—Es que están todos estupidizados con esa manía de mostrarse tan solo porque sí y nos gustaría complacerlo.

 

Demostrando resquemor Bradley pareció reacio en hacer lo sugerido pero comprendió que no tenía opciones. Pronto estuvo allí, de pie ante la imagen que lo mostraba cual prisionero de guerra sin recursos a la mano, rodeado por un puñado de sujetos cuyo contento parecía estar festejando su presencia.

 

Se observó así, con esa patética apariencia hasta el infinito, sin notar hasta que ocurrió, que alguien por detrás lo empujaba hacia su propia imagen.

 

Bradley se vio nuevamente ante el espejo de su baño. Volvía a estar en su casa. Tocó su pecho en la imagen reflejada y nada ocurrió. Respiró con alivio, había regresado a su imperfecto mundo abominable.

Pero no se quedaría con eso, daría cuenta de todo aquello en los más altos niveles. Debían armarse al máximo para hacer algo que diera coto a semejante discriminación universal. De inmediato se puso a pensar en eso:

 

¿Podrá emplearse el efecto droste para multiplicar bombas? Lo sugeriré a la OTAN, se frotarán las manos de alegría ante la posibilidad de generar nuevo armamento. Aunque más aún -estoy seguro- la posibilidad de conquistar otros mundos llenará de éxtasis a todo el planeta Beligerancia. Este... Planeta Tierra quise decir.

bottom of page