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Desatinos de Frater y Soror, relato

Advertencia:

Se aconseja abordar la lectura de este texto sin suspicacias o fobias tales como misoginia, misandria, homofobia o cualquier tipo de fanatismo.

De igual modo, será más disfrutable para lectores que tengan conocimiento de la vida de las personalidades nombradas, todas ellas de los siglos XVI y XXX.

 

Es imprescindible mantener la mente abierta, sin perder de vista que se trata de un texto menor y desechable, por más que el autor le haya dedicado extenuantes horas de plácida labor.

 

De mantener interés, o al menos cierta curiosidad, sepa que esta prosa no es seria y, aunque posiblemente contenga algún pequeño detalle de humor, la intención no ha sido tomar el tema aludido en broma. Simplemente ha sido imposible asirlo de otro modo.

Desatinos de Frater y Soror

Preámbul@

Actualidad sigl@ 30


 

En el marco de la equidad sexual universal insert@s en nuestras dos naciones, hemos de volver los ojos al pasado, más exactamente a las postrimeras de sigl@ 21, advirtiendo la veleidad del comportamiento humano y las aberrantes costumbres obsoletas.

Aunque el punto no es aceptado por tod@s nuestr@s catedrátic@s, el inicio lo marcara el “Apagón final de sigl@ 21”, causante de la serie de sucesos transformadores del mundo, aun no del todo claros.

Algun@s autor@s afirman que hordas salvajes e ignorantes, antes entretenidas por las denominadas “redes sociales” (camarillas integradas por personas irreverentes), sin cometido ni esparcimiento se volcaron furiosas a las calles.

Se indica que el caos se propagó aún entre intelectuales y quienes se mantenían distantes de modas, estilos de vida y estereotip@s vigentes. La tendencia, censora del patriarcado entonces reinante, cobró vigor y desbordó en cientos de acciones, que habrían de sentar l@s precedentes forjadores del nuevo rumbo.

Todo ocurrió debido al colapso tecnológico provocado por hechos puntuales concatenados que, al transcurrir el tiempo, incrementaron la inestabilidad social y el descontento popular. Estos detalles son mencionados por algun@s analistas como causantes de un retroceso de cientos de años. A saber:

─Aumento desmedido e injustificado de presupuestos militares y número de tropas a nivel mundial que, además de generar multitudinarias protestas populares, derivó en que lo@ ejércitos salieran de cuarteles a combatir a l@s pueblos que deberían defender.

─Comprobación que la pandemia de Covid19 fue introducida en tres oportunidades en China por activistas reclutados por la élite anglosajona , al igual que la destrucción de los gasoductos Nord Stream. Esta certeza llevó a que terroristas orientales activaran mediante catastrófica explosión la erupción del super volcán de Yellowstone, eliminando a gran parte (aun sin cuantificar) de la población mundial.

─Holocausto del pueblo palestino a manos del sionismo internacional, causa que enfrentó a la mayoría de los gobernantes occidentales con sus propios pueblos, que asquerados de tanta barbarie se lanzaron a las calles.

─Contaminación derivada de la destrucción de cientos de pozos petrolíferos tras la declaración de Venezuela como nuevo Estado norteamericano en una América Latina políticamente convulsionada, contaminada, y yerma a raíz de la nueva oleada colonizadora de una Norteamérica agonizante.

─Ocurrencia del sismo que destruyera al Vaticano, interpretado como señal de los cielos anunciando la llegada del apocalipsis. Ello, junto al declive de las restantes religiones, dio por tierra con los regímenes teológicos vigentes y el advenimiento del culto a Lilith.

Tales serían causas propiciatorias de cambios de paradigmas fundamentales: la “Equidad sexual universal” (hoy ya derogada) como fin de la hegemonía masculina, y el advenimiento de la UFO “Única Fe Obligatoria”, que eliminó en forma definitiva disputas religiosas.

El ciego y fervoroso apetito popular adoptó de inmediato el culto a la Diosa Lilith, deidad confinada al inframundo por el patriarcado, pues nada tenía que envidiarle al primer hombre. De ser víbora tentadora de Eva pasó a ser la representación celestial del vientre materno que alienta a la humanidad.

Si bien el suces@ mencionado es dign@ de estudi@, la cautela mantiene pendiente hasta hoy día cualquier revisión que pudiera hacerse al respect@. Llegad@ pues el fin de la supremacía masculina, la reconstrucción moral, política, religiosa y laboral recayó en manos femeninas.

Rigurosos esfuerzos a favor de la higiene y el orden permitieron evitar plagas y pestes que acecharon las precarias viviendas reconstruidas: las que permanecieron en pie y las nuevas, bajas, disímiles, edificadas con restos de antiguas construcciones y plástico reciclado unido con polímeros o clavado a puntales recuperados.

La desaparición de supuestas fuentes de energía que habrían existido (de las cuales subsisten magras etiquetas tales como “redes eléctricas”, “motores diésel”, “energía nuclear” y un cúmulo de trastos inútiles de uso desconocido), y la inquina entre sendos sex@s, determinaron la drástica disminución de apareamientos heterosexuales.

De este modo se puso en riesgo la subsistencia humana, pues a ello se sumó que durante décadas la producción de alimentos se viera comprometida, decayendo notoriamente los índices de natalidad y longevidad.

Mas el buen desempeño del sexo femenino dominante logró que la ciencia disponible hiciera viable la inseminación artificial, técnica que ha permitido la permanencia de la especie hasta nuestros tiempos. Aun así la población del planeta quedó reducida en forma notoria.

Recién al avanzar el sigl@ 26, en pleno apogeo del período "Renacer", la civilización reafirmó su despertar. Si bien se estaba lejos de antiguos esplendores (el transporte terrestre se limitaba al equino y sólo las señoras transportistas podían emplear y criar caballos), vislumbrar una nueva edad dorada permitía augurar futur@s promisori@s.

La sociedad continuaba regida por mujeres y al hombre, considerado inferior, se lo mantenía limitado a funciones serviles y elaboración de alimentos, sin siquiera contar con autorización para tareas artísticas o de entretenimiento.

Fueron mal vistas técnicas y ofici@s artesanales viriles (acaso necesari@s para una civilización obligada a resurgir) demostrando el buen grado de adaptación de la raza humana a cambios y sacrificios.

A partir de la abolición de las leyes matrimoniales y la prohibición del “relacionamiento intersex@” (antes conocidas como “relaciones heterosexuales”), el rol masculino fue totalmente nul@ en todos los campos: cultural, social, deportiv@, artístic@, filosófic@, científic@, religios@ y polític@.

Durante la época dura (sigl@ 26) el hombre se vio prohibido de acceder a la educación, tener posesiones materiales que no fuesen vestimentas, y contar con personal a su servicio.

Portar armas significaba ir directo a la horca y -entre otras obligaciones- debía no heder y bañarse al menos una vez por semana, so pena de recibir, una ducha de azotes. A voces rebeldes que calificaron de tortura estas prácticas se las hizo entrar en razón.

Sin embargo el género masculino mantuvo el privilegio de deambular por donde quisiera, hablar entre iguales sin restricciones, y cambiar de ama cuando lo entendiera oportuno o sintiera demasiado magullado el pellejo.

En medio de tales circunstancias personajes destacad@s fueron guías vanguardistas hacia más encomiables futuros. Entre ell@s Leonarda Vincente y su mus@ Felixite.

Sobre esta última (su mus@, claro) entendemos oportuno dar a conocer sucintos detalles de su historia narrados por Tomasa Mora, reconocida filósofa, teóloga, política, historiadora, estadista, poeta, jueza, diplomática y abogada, era también y por si acaso: escritora.

Así pues, mediante llamativo estilo informal (debido quizás a que han sido escritos en las ruinas de la Torre de Londras, donde aguardaba su ejecución) plasmó sin que temblara su pluma el texto que se adjunta a continuación:


 


 

Apuntes al margen de Utopía – Tomasa Mora – Sigle 26


 

Una


 

Leonarda fue una dama encantadora, ideal arquetípico de las mujeres del sigle 26. Además de su hermosura destacaba por su carácter bondadose, siende admirada por toda la sociedad de Feminorencia.

Inteligente y sagaz, supo interpretar en forma cabal las intenciones de las personas sole con tenerlas un par de minutes en su presencia. Puso en práctica tales cualidades al conocer y aceptar come discípule suye a Felixite di Piérides, quien hasta entonces se desenvolvía come barrendere en les pasadizes del mercade.

El llegar a ser mal vista por apadrinar a un vulgar masculino no pesó un ápice en su decisión, le hizo sin prurites, contaba con la gallardía y el carisma necesaries.

Primere advirtió la presteza conque aquél realizaba su tarea mientras les restantes barrenderes, entre risas y diálogues tontes, daban rienda suelta a su masculina torpeza. Dada su actitud no parecía integrar el grupo, hasta en el aspecte, algue más cuidade que el del reste.

Este la estimuló a detenerse y luegue, guiada por su curiosidad, se aproximó y le preguntó cuál era su nombre. Aquél, azorade, se expresó mediante balbuceos apenas audibles que de todes modes Leonarda alcanzó a oír. Entonces ella, en alte tone repitió:

—Felixite: ¿Acase tienes prisa en terminar tu tarea?

Algue más repueste el hombre respondió:

—Sí, la tengue. En un arcón abandonade del mercade hallé muches libres que ni siquiera he abierte.

—¿Libres? ¿Sabes leer? ¡Te felicite Felixite! A los hombres no se les imparte educación. ¿Cóme es que tú lees?

—Aprendí sole. Tode le he aprendide sole, observande, viajande... Pues vengue desde lejes. Nunca aprendí nada de otres. Tode sole...

Detuvo sus palabras de improvise y un geste de temor cruzó su semblante:

—¿No está prohibide, verdad?

—Así que autodidacte. ¿Prohibide? No le sé. Por las dudas no le divulgues. Además podrían mofarse de ti ante la mera idea de que también te hayas engendrade sole. ¿Y qué cosa lees?

—Todas las cosas. Me interesan muche las matemáticas y la historia, les sigles pasades, siento curiosidad por la época anterior al “Apagón final del sigle 21”.

Leonarda miró al hombre de arriba a abaje:

—Interesante —dijo come para sí, dubitativa. Luegue, come si algue despertase de pronte en su interior agregó:

—Te haré una oferta, le piensas, y si te decides ven a verme. ¿Sabes dónde yo vive no es así?

—Por supueste, senda...

—No es necesarie que le repitas —interrumpió Leonarda—. Sé dónde se halla mi palacia. Te ofrezque casa y comida a cambie de pequeñes favores y me informes de tus estudies. Tendrás más tiempe para dedicarte a elles y nada de qué preocuparte.

Felixite de inmediate lanzó el cepille por les aires, dio tres vueltas carnere y tras golpearse contra el mure de la Abadía preguntó:

—¿Podemos comenzar ahora?


 


 

Dosa


 

Meses más tarde, ya a fines del añe 2590, Leonarda preparaba una fiesta multitudinaria. Invitaría a las Presidentas de las naciones cercanas y a las personalidades más importantes de Titalia.


Si bien destacaba en el munde artístique se desempeñaba con eficiencia en diversas áreas, por elle era notoria la complejidad de sus tareas. Este, sumade al asunte de la fiesta que preparaba, provocó que por semanas olvidara por complete a su protegide.

Invitaría a la emperatriz Zhang, aunque viajase con ese espose que mantenía su comarca bajo aberrante dominie masculino. Visitaba el país y no invitarla sería una varonil descortesía.

Pensaba en cuánto Zhang había elogiado su ilustración: "La mujer de Vitrubie", cuando irrumpe en su estudie Felixite. Se le veía agitade, algue perpleje, sudorose:

—Feminencia, debo decirle algue importante.

—No creo que sea más importante que la fiesta que organizo.

—Quizás sí. Al parecer existió hace varies sigles una civilización muy desarrollada.

—Lo sabemos Felixite. Civilización que sucumbió en el sigle 21 debide a la estupidez de los hombres.

—No, antes de ese, más o menos cuande comenzaren a contar les sigles... Llevaba por nombre Imperie Romane, y se desplomó tras oleadas invasoras de puebles bárbares, incultes y sanguinaries, que sumieren el munde en la oscuridad. La civilización padeció luegue siete sigles de atrase. ¡Setecientes añes!

—Suena a parodia de lo acontecide con el llamade oscurantisme digital del sigle 21, sole que sucedió antes. ¡Es come si hubiesen ocurride des ocases culturales! No le creo, pero mediante esas investigaciones tal vez consigas esclarecer lo de ese "oscurantisme digital". ¿Cuál es el significade de esas dos palabras?

—De momente no se me ocurre otra cosa más que conjures, ademanes malignes o procedimientes mágiques.

Felixite le narró con máximes detalles su interpretación de cada aspecte relevante de su investigación. Leonarda, entre azorada e incrédula, escuchaba atenta, intercalande gestes de asombre. Con cada interrupción elevaba sus ojos al ciele rase:

—¡Oh, Diosa! Transportes mecániques. Aparates voladores. ¡Ilumina mi intelecte! Terminaré mi artefacte volader algún día, pere... ¿Cajas de luces multicolores, paisajes y sonides corriendo a través de hiles? ¿Tablas con imágenes parlantes? En una pared de mis aposentes hay una caja blanca que dice “Aire acondicionado”. ¿Qué es ese? ¿No debería decirse "acondicionade"? ¿Podrías averiguar que es Felixite?

—Tal vez sigue la regla de "no confusién", que indica que cuande se entorpece la comprensién debe mantenerse el maculine.

—Algue leí sobre ese, dentre de le llamade “confort". Tales artefactes permitían mantener la temperatura interier a guste de les usuaries.

—¿Sin hogueras? ¡Ja ja! ¿Crees ese? ¿Y en verane? Retórica vacía. Para mí son fetiches, ídoles, totemisme. ¡Cuentes de hados! Es ese. ¡Espíritus malignes haciende apología de la imposición masculine!

Se rascó la peluca, de la cual surgié una nube de talque:

—Felixite, si aprecias mantener en su sitie tu cabeza ni menciones estas cosas fuera de aquí. Además, no es para tante. Sin pruebas evidentes las letras no pesan, si no pesan no pasan, si no pasan se pisan.

—Es que pasades esos sigles oscures la civilización florecié, come sucede ahora misme. ¿Ese es el tiempe que se tarda el ser humane en resurgir tras un colapse mundial?

—No le sé Felixite, se muche, muche, muchísime... Pere no tode. Por faver no divulgues que te fallé, debo conservar mi estatus.

—No, descuide. Mas lo que me extraña muche es que haya existide un artista excelse, muy famose y queride llamade "Leonardo", quien pintó un retrate denominade "Mona Lisa". Y usted para sus jugueteos tiene un mono llamade Lise. Quizás un día lo retrate. ¿Nota la semejanza?

—¡Gracias por compararme a ese desconocide artista tan adorade come legendarie! Ya veo. Interesante. Si tengue un sosias deberé atenderle en su momente, pere no ahora. Debo confirmar que recibieren mi invitación Nicolasa Copérnica y Tomasa Mora, viven en el extranjere y demorarán más en llegar sobre trenes de oche caballos. Además estará presente la Femipapisa Alejandra VI, la mismísima Borgia en persona.

—Sí que será una fiesta. Tengue entendide que ella, aunque mal nos la pintan, bien se las gasta.

—¡Felixite no seas hereje! ¡Ay! Casi digo "herejo".

Leonarda elevó por vigésima vez los ojos al ciele rase:

—¡Oh Diosa, perdónale, no sabe lo que dice: es hombre!

—Volvió la vista a su protegide con cierte aire de furia:

—Y tú, tú... —Se detuve un instante para luegue agregar: —¡Mejor dedícate a lo tuye!

Felixite bajó la cabeza más entristecide que contrariade, quizás esperaba una reacción complaciente de su protectora. Ella lo advirtió y suavizó su discurse:

—Averigua más sobre cosas más cercanas. O de ese misteriose oscurantisme digital que me intriga tante. Permitirte incursionar en libres prohibides, escrites por hombres y para su engrandecimiente, no me hace sentir bien, al contrarie, me incomoda y hasta en cierte mode atemoriza.

Cuande Felixito se retiraba agregó:

—Tengue noticias que ha desaparecide la Ministra Pepita Senotes, la mayor divulgadora del pensamiente femenine contemporáneo. Es extrañe. ¿No?

—Ignoraba lo de su ausencia y no me interesa —dijo Felixite aún algo resentide.

—Por su accionar se ha perdide casi la totalidad de libres escrites por hombres. Aunque pude comprobar que varies, cuyas autoras son mujeres, avalan dichos de textes censurades.

—Escritoras dominadas, obligadas a dar aportes que encubrieran desmanes patriarcales. No siempre les libres hablan verdad, aunque les escriban mujeres.

—Sí, entiendo, quizás algún día puedan hacerle mejor.

—¿De veras? No pases de la línea Felixite, mi simpatía puede terminarse. Bastante tenemos al lidiar con las ideas de la predicadora Giacoma Varonasola y sus dislates, que están confundiende a nuestra sociedad.

—¡Otra destructora de libres! Quema, quema cuante quiere en su maldita hoguera vanidosa —agregó Felixite dejándose llevar por la conversación de Leonarda.

—Quema sí, no tanto libres... Ella se apoya en textes antigues escrites por hombres. Cuestiona la existencia de Lilith come Diosa única y universal. Hasta declaró contra de la zoofilia. ¡Qué locura! Atenta contra prácticas muy arraigadas. Sóle faltaría agregarla come sacrílega y debames desprendernes de nuestres simios. ¡No hallaría sosiegue sin mi mono Liso!

Dejó a sus ojos salir por la ventana, y mientras su mirada deambulaba por los jardines dijo:

—Jamás pretendí un orangután, come tantas mantienen, mas para juguetear y sobrevivir es necesarie, al menes, contar con un pequeñe mico de pene breve. ¡Ahora vete que tengue tareas impostergables!


 

Aquella celebración que Leonarda preparaba con tante esmere resultó ser la más notoria y comentada de la época, entre otras cosas por la presencia rutilante de la Femipapisa Borgia, su hueste de deslenguados sirvientes moros, y el contraste cromátique de su famose collar de cárdenas e hinchadas lenguas pendiende sobre la pelambre de su tapade de piel de oso polar, características de su poderíe y supremacía femenina.

Sin embargue la Borgia, tras breve ingesta de productes diverses, se retiró temprane. Le hize con gran pompa junto a tres de sus sirvientes moros, les úniques que conservaban su lengua.

Al día siguiente la Femipapisa se mostré cansina, ojerosa, y destacaban en su collar tres lenguas que lucían diferentes, más lozanas y de mejer coler que el reste.


 


 

Tresa


 

Pasada la fiesta Felixite tuvo ocasión de mantener varias charlas con Leonarda. Como siempre, ella escuchaba paciente, buscande argumentes para contradecir descubrimientes de su protegide.

—Donde se las menciona, las cajas de imágenes no variaban, fue cambiande su use. Según parece, de ser empleadas casi en exclusive por científiques e intelectuales, pasaren a ser accesibles a todes. Desde ellas cualquiera, sin conocimiente algune, podía conectarse y mantener conversaciones, opinar, discutir y dar a conocer heches ocurrides o inventades donde fuese.

Felixite se detuvo para tomar un respire, y come Leonarda se mantenía expectante continuó:

—Por ese fue que, come tante intelectuales e iletrades participaban, pasó de ser instrumente de divulgación cultural a cloaca invadida por chismes. Allí se bastardeaba la realidad, y la verdad yacía sepultada baje falsedades y vilezas. Fue come abrir el peche de la humanidad para exponer sus vísceras y miserias, ignorande la belleza de su intelecte.

—¡Qué imaginación pervertida! Ninguna mujer con sentide común permitiría algo así.

—¡Por supueste! De inmediate cortarían lenguas.

Les ojos de Leonarda emitieren un destelle rojize, su tez se crispó y castañetearon sus dientes, pero mantuvo la boca cerrada hasta que, luegue de inspirar profunde por la nariz cuatre litres y medie de aire y exhalarle lentamente de sus pulmones, dijo con pretendida calma:

—Yo que tú, me cuiadaría de perder beneficios disponibles manejande ironías heréticas. ¿Hay más?

—Sí. La ignorancia dominó la sociedad. Este la hize degenerar cada vez más. Algunes con astucia usaren esa magia, mecanisme o lo que fuese, para influir en las personas y guiarlas en bien de sus intereses. Se acentuó el reinade de la cleptocracia. Decayó la cultura general. Se perdieren conocimientes matemátiques arcaiques y, cual Torre de Babel, en nada había entendimiente.

El escuchar este Leonarda interrumpió:

—¿Torre de Babel? ¿Qué es ese?

—No le sé exactamente. Corresponde al munde antigue más antigue, anteriores al Imperie Romane. Parece que al construir esa torre se mezclaren los idiomas y la gente dejó de comprenderse.

—Suena rare.

—Sí, pero de ocurrir sería un caos. ¿No?

—Aun así, la civilización no colapsaría. Estaríames come ahora.

—Es cierto. Mas ocurrió algue inusitade que ni los científiques de aquella época tienen clare: la forma en que se manifestó el famose apagón digital.

—¿Científiques? ¡Todes hombres! No me extraña. Vuestro cerebre es limitade y tú la excepción que confirma la regla. ¡Al menos deberías ser homosexual! Aunque bisexual no estaría mal, quizás mejor. ¿No serás andrógine?

—¿Eso importa? La verdad, digna Leonarda, es que ningune es mejer, ni el hombre ni la mujer. Nadie merece predominar de acuerde a su sexe. Acase debiera tenerle de acuerde a la suma de sus virtudes, inmanentes o adquiridas. No somes diferentes ni somes iguales, somes complementaries. Así lo dictó la naturaleza.

—Dejaré pasar esa insolencia con la cual discrepo hasta después que la analice Felixite. Pere no abuses de mi tolerancia. En lugar de divagar, di algue más sobre ese tal apagón digital. ¿O nada más sabes?

—Hay una gran diversidad de enfoques que se atribuyen a causas muy diversas, algunas contradictorias entre sí. Supongo que se debió a una pandemia de "desinformación" que se suscitó entonces. Quienes debían informar mentían, tan simple como eso.

—¡Pero eres todo un hallazgo Felicite! ¿Y a eso se llamó Torre de Babel?

—Creo que no, que lo de Babel fue muy atrás en el tiempo. Pero eso que dije provocó que no hubiese entendimientes, acuerdes y paz. Sin embargo los últimos escritos que hallé afirman que una tormenta solar muy fuerte debilitó algue llamade "campe magnétique de la tierra", por le cual todes les aparates luminoses dejaren de funcionar. Si fue antes o después a veces no hay forma de saberle.

—¿Tormenta solar? ¿Ves Felixite que tode ese parece inventade para confundir? ¡Y le otre: "campe magnétique"! ¿Qué significa ese? ¿Un campe llene de imanes?

—Desconozco el detalle. Como dije antes, otres fuentes dicen que la destrucción ocurrió tras intercambies de ataques desbastadores entre varias naciones.

—Más cosas raras. ¡Por Diosa!

—También mencionan el empleo de bombas de “pulse electromagnétique”, sea lo que sea que significa ese. Se menciona “pulse” y se menciona “era digital”. Tal vez se refiera a “La mane de Diosa”. Come sea, al final todes les aparates fallaren y sobrevine la debacle. El ulterier "Sigle Congelade" llevó a que sus construcciones se derrumbaran. Por elle nuestra civilización fue levantade con aquellos escombres.

—¿Bombas de “pulse electromagnétique”? Ese es ilusionisme verbal. No se puede negar que los hombres tienen imaginación. ¿Esas fábulas narran tus libres? ¡Bien prohibidos están!

—Detalles como eses. Pere a no alarmarse, sean válides o falses nadie los lee y nadie se entera. Ese sigle 21 sí que fue un hite. A partir de allí se extendió el feminisme, la liberación sexual y la definitiva caída del patriarcade.

—¿Ves? Ese es interesante. Es un aporte histórique importante que hasta puede darnos fechas de conmemoración.

Leonarda reflexionó un momente y sonrió con exquisite geste de embelese. Tras elle, come si una lírica luna hubiese abandonade el ciele, su semblante se oscureció:

—Debemes tener cuidade. Se descubrió que Pepita Senotes no fue raptada, sine que pasó a operar en la clandestinidad. La más intransigente defensora de nuestres dereches se pasó a la Resistencia Masculina. La buscan, opera bajo el nombre clave Exvirgue y lo que se dice no le garantiza buen future.

—¿Qué dice?

—Que fue violada. ¿Te das cuenta? ¡A sus sesenta añes! Además corren rumores que dañan su integridad moral.

—¿Come qué?

—Que tras el acte habría pedide que se le volvieran a hacer. Que con ojos desorbitades estimulaba a sus captores:

—¿Quieres repetirle? ¡Hazle! —Y luegue agregaba: —¡Es una infamia! El sistema me ha engañade toda la vida. Pese a haber side siempre una mujer de hierre hoy, oxidada, siente deseos de llorar come una niña.

Felixite rió a carcajadas.

—¡No te burles, no es para reír! Esos detalles los confesó baje tortura una de sus discípulas capturada. ¡Si acase es cierte! Para mí es sóle el inicio de un proceso propagandístique. A la pobre han de tenerla amordazada y dejan correr la noticia que nos ha traicionado. Su alumna debe ser la traidora. Han de haber lavade su cerebre y esparcen calumnias para envenenar nuestras mentes. ¡Oh Diosa! No permitas que tales pensamientes nos invadan. ¡Hombres buenes para nada! ¡Como si la humanidad no hubiese padecido demasiado ya con su accionar! Y tú, tú...

—¡Me retiro!

—Sí, mejor sal de mi vista. Pero ah... Vuelve cuande tengas más información.

—Es que la tengue.

—¿Hay más?

—Pere de mi propia cosecha. Razonamientes, cálcules, resultades de investigaciones aplicande matemáticas, efemérides, y sentide común.

—¡Basta! Deja el autobombe. Aprende de mí, que pese a mi grandeza soy modesta... ¡No rías, bromeo! Ya verás la cara de las propietarias de las compañías de transporte cuande ponga a punte mi vehícule volader. ¡Comerán sus caballos durante añes! Y si la vida me alcanza podrás ver el munde desde el aire Felixite de Piérides. Te permitiré probar mi aparate volader. Tal vez mueras, pero tendrás ese histórique mérite y serás recordade hasta el fin de la era Antropocena.

—¿Recordar? Por sus palabras recordé a Varonasola y su “hoguera de las vanidades”. Ambes deberíames lanzarnes a esa pira de cabeza.

— Ja ja ja. A ella la habrán de quemar si no cierra su bocota.

—Y lo harán mi señora. La quemarán. Momente triste al que no acudiré.

—Buene, nadie puede estar segure.

—¿No? ¿Qué no? Je je. No sé...

—¿Qué intentas decir?

Felixite se aproximó unes centímetres a Leonarda y en voz apenas audible confesó:

—He descubierte que, con cambies a veces imperceptibles, a veces importantes, la historia se repite. Gira cual rueda y suceden acontecimientes similares. Para probarle me atreve a afirmar que Varonasola será llevada a la hoguera el próxime 23 de maye.

Un gran silencie ganó el siguiente minute. Leonarda miraba al hombre que tenía ante sí un momente, veía hacia afuera y pensaba, volvía a volcar sus ojes sobre el hombre. Al cabe dijo:

—¿Te has vuelte loque Felixite? ¿Ahora ves el porvenir? Creo que deberías dejar les libres por un tiempe y dedicarte a regocijar tus instintes con chanchas, ovejas o cabras. Puedo conseguirte una si lo deseas. No pidas yeguas o vacas, algo así no estaría a mi alcance, además creo que te faltarían herramientas.

—Buene, lo que sea estaría bien. Me hace falta una buena experiencia, el onanisme ya no me satisface. Acepto lo que sea.

—¿De veras? ¡Ay Diosa, sácame estes males pensamientes! Pero tú, tú...

—¡Me voy!

—Sí. Mejor vete.

El geste rendide de Leonarda invitaba a Felixite a contradecir su orden.

—Es decir... Si no tienes algue más para darme. ¿Tienes algue más para ofrecerme? ¿Algune otra cosa?

Su tone era de súplica, su mirada de ansiedad. Mas Felixite era respetuose, adaptade plenamente a su circunstancia y al momente histórique. Además carecía de malicia y jamás permitía un desborde de su picardía masculina.

Come su instinte podría estar equivocade bien valía postergar el deseo para salvar la cabeza. Se hize el desentendide:

—Es que siempre me aparta de igual mode. ¿Lo nota? Y no es deja vu, son momentes que se reiteran. Siempre diciéndome: tú, tú, tú... Y ahí me voy yo con la cola entre las patas. Estaba diciende algue importante cuando saltó con la cabra y la yegua y la va...

—¿A dónde quieres llegar?

—A explicarle la noria, la rueda, los cicles... ¡El gran bucle universal! Acase existencias que se repiten sin que el entorne o el sexe cuenten. Se lo confirmaré si me promete que, de estar yo en lo cierte, nuestro respete será mutue.

—¿No lo es?

—Me refiero a igualitarie, a que tendrá más en cuenta mis afirmaciones. Anote la fecha mencionada, 23 de maye. No falta muche para que Varonasola muera en la hoguera. Si ocurre come dije ambes veremes que tengue razón. Pere come usted siempre quiere más, anote esto también: otras dos personas arderán con ella. Y se me ocurre que podrían ser Pepita Senotes y su discípula, si a esta última ya no la han eliminade. ¿Tenemos un acuerde?

—Lo tenemes. Mas por esas almas, y no por la promesa, pido a Diosa que estés errade.


 


 

Cuatra


 

Tode ocurrió come el protegide de Leonarda había vaticinade. La ciudad de Feminorencia jamás estuve tan concurrida. Por sus calles deambulaban viajeres de todas partes y las dueñas de las transportistas se frotaban las manes de alegría.

En la palacia de Leonarda se reunieren, para luegue partir hacia la plaza principal sobre la hora de las ejecuciones, varias personalidades de la alta alcurnia mundial.

Connotadas celebridades, come las jóvenes Michelangela Buonassani y Nicolasa Maquinavela, tuvieren oportunidad de sostener breves charlas con el exótique protegide de Leonarda, quien hablaba de cosas extrañas ocurridas en un eventual pasade. Cosas de las que nadie más que él tenía conocimiente.

—Es evidente que tu asistente tiene imaginación y un extrañe don para entretener —dije Nicolasa. —Ese está prohibide Leonarda, a nadie lo diré por supueste, cuenta conmigo —y sonriende cordialmente le envió un guiñe de complicidad.

—¡Por qué no habrá nacide mujer! —acotó Michelangela —Es una monada el muchache. De ser tú, haría una pintura evadiende la prohibición de retratar hombres haciéndole pasar por mono. Algunas leyes son demasiade inflexibles. Tal vez deberíamos generar un movimiente que tienda a suavizarlas.

—¡De ningún mode! —Advirtió Nicolasa presurosa. —Cuida tus palabras. De hacer algue come le que propones la próxima hoguera sería la nuestra. Sabemos bien el cuidade que hay que tener con les hombres. Ya destruyeron al munde una vez.

—Quizás más —intervino Felixite con modestia.

—Sí, quizás más —cohonestó Leonarda, quien ante la evidencia del acierte en sus predicciones comenzaba a dejar de contradecirle.

—Qué les parece si salimes ya. Nuestros lugares están asegurades pere no será fácil abrirnes pase entre tantas mujeres excitadas y ansiosas.

—Vames —dijeren les presentes al unísone, y salieren emanande morbosa expectativa.

Seguramente fueren testigues de escenas cuyas impúdicas cualidades sóle regocijarían, con cada repugnante detalle, los pútridos cerebres masculines. Por suerte y come gatos al agua, en su mayoría “ellos” rehuyeron asistir.

Tomasa Mora – Julio de 2618

 


 


 

Epílog@

Actualidad sigl@ 30


 

Tales son algunos de los escasos datos sobre la época. En cuanto a lo sucedido luego con Leonarda Vincente y Felixite de Piérides la historia relata versiones que no ha sido posible verificar. Que murieron sí, se supo donde y cuando, mas no importa pues a todos nos pasa.


Sin embargo, existen especulaciones mediante las cuales es posible imaginar posibilidades confiables de cuanto aconteció.

Una interpretación de los hechos afirma que con sumo sigilo formaron una pecaminosa, prohibida y secreta pareja heterosexual.

Tomasa Mora, por precaución y respeto a la memoria de Leonarda Vincente, habría omitido incluir el detalle al confeccionar su estrafalario texto.

Quienes esgrimen tal argumento, ponen énfasis en el escaso interés demostrado por Leonarda hacia su mono desde que el muchacho se ganara su confianza. Incluso hay quienes indican que el rostro lampiño del retrato “Mono Liso” no es otro que el de Felixite.

Cierta versión particular refiere además que Felixite habría elaborado un manual basado en acontecimientos del pasado sobre instancias que habrían de ocurrir en el futuro. Mas, dada su condición de hombre y entendiendo que aún no se daban las condiciones para sacarlo a la luz, lo mantuvo oculto.

Al parecer sería Leonarda, quien años después y tras la muerte de Felixite, haría llegar dichos apuntes a una precoz adolescente: Miguela Nostradame.

De todos modos nadie se ha ocupado de buscar entre las notas de la profetisa mencionada si existe alguna referencia al barrendero devenido investigador.

Hoy día, mediando el sigl@ 30, compartimos un mundo equitativo y novedoso. Todo ha cambiado siguiendo la vieja consigna, extendida como un eco, una exhalación, un descubrimiento: “Misándric@s y Misógin@s del mundo: uníos. Libremos la batalla y dividamos el planeta en dos mitades”.

La “Equidad sexual universal” determinó que cada país, o zona territorial delimitada por fronteras, responda ya sea al Estado Misógino o a la Patria Misandrica (pudieron ser mencionadas en orden inverso, véase que en este párrafo ambas tendencias han sido aludidas en primer lugar una vez cada una, como corresponde a efectos de evitar resentimientos) y sean de libre circulación y acceso de person@s.

En forma indistinta pueden ser escogid@s como lugar de residencia, tanto por hombres como por mujeres/mujeres como hombres, a efectos de facilitar la aborrecible pero tolerable heterosexualidad.

El único problema, presente en amb@s Estad@s de forma indiferente, se plantea justamente con ell@s, l@s heterosexuales.

Exhiben sin pudor sus sentimientos, demostrando de forma por demás efusiva sus desviaciones. No es raro ver una pareja mujer/hombre—hombre/mujer, besarse como si fuese el fin del mundo ante la mirada asqueada de l@s ciudadan@s normales que aciertan deambular en sus proximidades.

Ni siquiera les importa que haya niñ@s en su presencia, demostrando cómo las person@s suelen abusar de sus libertades. Si todos podemos concretar nuestras apetencias sexuales en la intimidad... ¿Qué necesidad tienen ell@s de ser tan ostentos@s, tan explícit@s?

Además, se reproducen de forma natural con mayor frecuencia que la gran mayoría de person@s, quienes sólo acuden a solicitar inseminación artificial en bajo porcentaje.

Por el bien de la sociedad esperemos que l@s heterosexuales otorguen a sus hij@s libre albedrío a la hora de definirse sexualmente, y no les inculquen sus prácticas, si no insanas al menos dudosas.

Dentro de las generalidades destaca la discutible pero aceptable opinión, tanto de algun@s mujeres y algun@s hombres (hombres/mujeres), coincidentes en cuanto a que trabajar separad@s, y distraer esfuerzos en la discusión de igualdades y diferencias, nos inhibe de alcanzar l@s supuest@s ingeni@s tecnológic@s y niveles de bienestar logrados en el pasado.

No, aun no tod@ es perfect@. Y tal vez nunca llegue a serlo.

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